Es un problema frecuente que acaba minando la autoestima de los
menores e impidiéndoles llevar una vida normal. Pese a ello y pese a
tener una solución, todavía hoy quedan padres que no consultan con el
médico.
Una tendencia que, afortunadamente, está cambiando en los últimos
años, tal como aclara Enrique Jaureguizar, jefe del Servicio de Urología
Pediátrica del Hospital Universitario La Paz de Madrid: “Cada vez son
más las familias que sí buscan ayudar para este problema. Lo importante,
y ante todo, es tranquilizarles, tanto a ellos como a sus hijos, y
desdramatizar el asunto. Suele tratarse de una inmadurez de la vejiga,
al igual que hay niños o niñas que andan o hablan más tarde”.
Mojar la cama por las noches, pero sin que exista una patología que
lo justifique, es algo que le sucede al15% de la población infantil de
cinco a seis años. Para entender este problema y hacerle frente, Darcie
Kiddoo, de la Universidad de Alberta (Canadá) publica un artículo en el
último ‘Canadian Medical Association Journal’ que determina que los
dispositivos de alarmas en la cama son la terapia que “ha demostrado más
eficacia para los niños más angustiados por el problema.
El fármaco desmopresina (de acción antidiurética) puede ser eficaz
para mejorar la calidad de vida, sin embargo, solamente enmascara la
condición hasta que el niño crece más. Las terapias alternativas no han
demostrado mejorar la enuresis nocturna”.
La alarma supone la inserción de un electrodo en un ’salvaslip’ que,
con la humedad del primer escape de orina, dispara una alerta sonora
para que el menor se despierte y acuda al baño. “Aunque tarda más tiempo
en ofrecer resultados, sus beneficios se mantienen a más largo plazo.
No obstante, requieren de más esfuerzo por parte de la familia”, destaca
el doctor Kiddoo. De la misma opinión se muestra el doctor Jaureguizar
que detalla que el “sistema generalmente en su conjunto funciona,
aunque suele despertar a todos”.

Las causas para el experto de Canadá existen tres mecanismos
posibles por los que se produce la enuresis. “Estos incluyen excesiva
producción de orina nocturna, vejiga hiperactiva y un fracaso para
despertarse en respuesta a las sensaciones de la vejiga. Cada mecanismo
está respaldado por diversos estudios, aunque es probable que ninguna
teoría explique este problema en todos los niños”, destaca el artículo.
No obstante, nuevas teorías apuntan al papel del sistema nervioso
central. “Los padres de estos niños a menudo afirman que duermen
profundamente.
Sin embargo, en un estudio reciente se ha constatado que el sueño de
estos menores es fragmentado y sufren somnolencia diurna. La
interrupción del sueño puede resultar en una pérdida de las señales
inhibitorias fisiológicas de la vejiga, tal y como se ha constatado en
estudios con animales. Este también puede ser, por tanto, el mecanismo
que esté detrás de la enuresis de los niños con apnea obstructiva del
sueño”, admite el experto canadiense. Antes de tomar ninguna decisión
es importante que los expertos lleven a cabo un “completo examen físico
con el fin de descartar otras patologías graves, aunque también es vital
que se indague si existen factores estresantes en la vida del niño.
Algunos trabajos han relacionado el trastorno con aspectos psicológicos,
como ciertos acontecimientos: pérdida de un ser querido, la llegada de
un nuevo bebé… sobre todo en niños con enuresis secundaria. Es decir,
aquéllos que antes no mojaban la cama”, insiste.
Alternativas En
cuanto a las opciones terapéuticas, el experto detalla que existen
varias alternativas como modificaciones en el estilo de vida, medicación
y terapias alternativas. “Aunque el aspecto más crítico del tratamiento
es tranquilizar al niño que puede tener la autoestima baja. Los padres
deben entender que, a diferencia de la conducta de su hijo durante el
día, la incontinencia nocturna no está bajo su control.
Los menores deben seguir una vida normal y participar de las
actividades, como ir a dormir a casa de algún amigo. Para ello pueden
llevar absorbentes de tal forma que el otro pequeño no se dé cuenta del
problema, además de evitar los líquidos tras la cena y las bebidas con
cafeína”. No obstante, es importante que los padres sepan que “existe
una considerable tasa anual de curación espontánea y que el 15% de los
menores deja de mojar la cama al año sin necesidad de tratamiento”,
especifica el ensayo. El doctor del Hospital La Paz destaca la
importancia de iniciar el tratamiento con unas pautas de estilo de vida.
“Normalmente los niños y adultos toman el desayuno y no suele beber
nada hasta el mediodía. Es importante aumentar la ingesta en la mañana y
disminuirla por la tarde.

También hay que insistir en que muchos padres derivan a estos menores
a los tratamientos psicológicos pero no hay estudios que demuestren su
eficacia. Lo que sí es cierto es que si un menor llega a la adolescencia
arrastrando este problema, se tendrán que invertir muchos años en
tratamiento para lograr solventarlo”.